Cuando el Joe Arroyo escribió la canción En Barranquilla me
quedo, logró narrar en clave musical la manera particular
como nació la ciudad. Esta
afirmación se corrobora al revisar algunos pasajes históricos, por ejemplo,
cuando los cronistas de la época hacen referencia al recorrido previo que hizo
Pedro de Heredia semanas antes de fundar Cartagena. Dicen que en 1533 existía
un atracadero de canoas de los indios Kamash (castellanizado Camacho) que se
conoce como el primer asentamiento permanente de Barranquilla. De allí uno de
los primeros nombres de la ciudad: Sabanitas de Camacho.
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Diana Acosta Miranda, Consejera para el Bicentenario |
Otro proceso poblacional importante se
registra entre 1627 y 1637, cuando Nicolás de Barros,
encomendero de Galapa, funda la
hacienda San Nicolás de Tolentino a orillas del caño La Tablaza, permitiendo a sus concertados libres que construyeran viviendas en sus alrededores. Y esto
explica otro de los nombres que ha tenido la urbe: Barrancas de San Nicolás.
Siendo este asentamiento un Sitio de Libres,
debido a su ubicación estratégica, el 7 de abril de 1813 Manuel
Rodríguez Torices otorgó a la población el título de Villa de Barranquilla,
capital del departamento de Barlovento o Tierradentro.
Su primigenia vocación de ciudad receptora, le
significó también la condición de ciudad tolerante, tal reconocimiento se le
hace desde el siglo XIX, cuando el entonces gobernador de la Provincia de
Barranquilla, EramosRiux redacta en un decreto firmado en 1870: “Barranquilla
es una ciudad compuesta de ciudadanos de muchas naciones y pertenecientes a
diversas religiones y es ella sin duda la llamada a dar ese ejemplo fraternal y
civilizador a los demás pueblos de la república”.
La sucesiva oleada de migraciones a
Barranquilla continúo en el transcurso de la historia de la ciudad, y es así
como llegan al puerto de la Arenosa alemanes, ingleses, árabes, italianos,
españoles, estadinenses… y con ellos las esperanzas, inventos, tecnologías,
músicas, sabores y credos de otras latitudes. Esa es la razón por la cual
Barranquilla se convirtió en la ciudad de los hitos de Colombia y en la capital
de la cultura, al punto que fue aquí, donde Gabo y sus amigos dejaron para
siempre una huella indeleble en La Cueva, su refugio durante las noches de
bohemia.
“Por ser las Barrancas de San Nicolás un cruce
de destinos, los inmigrantes llegaron y con su diversidad de culturas le dieron
la característica de ‘Ciudad abierta al mundo’, por eso, esta conmemoración,
más que una fiesta, queremos que sea la construcción de un imaginario colectivo
en torno a la celebración bicentenaria, para que quede en la memoria de todos.
Sin duda, los 200 años de Barranquilla
son el escenario ideal para promover acciones que permitan a los ciudadanos conocer su
historia, reconociendo y apropiándose de nuestros valores y sentidos y, en
general, contribuyendo al fortalecimiento de una memoria de Barranquilla que a
partir del pasado, proponga rutas y escenarios trascendentes, de cara al futuro
de la ciudad”, explica la Consejera para
el Bicentenario, Diana Acosta Miranda.